miércoles, 13 de mayo de 2015

Nada se le parece


Cerrar los ojos. Soñar. Soñar con que después de 90 minutos de una trilogía de suspenso, vayas a tu casa y descanses con la cabeza relajada. La necesidad de encontrar ese horizonte en el cual se halle el objetivo a cumplir. Ese momento en donde se dirime la historia está por llegar.

No descubro la pólvora precisamente si digo que jugar este partido contra los de la vereda futbolística de enfrente no se le parece a nada. Sensaciones. Ansiedades. Nervios. Cosquilleos. Ponele el rótulo que se te antoje. Todos valen.

Pero el ambiente, fundamental para una organización futbolística, léase equipo en este caso, será marcadamente hostil. Y todo ese manojo de cosas que se siente en la previa puede transformarse en un arma de doble filo. Ya en el partido de ida se caminó sobre una cornisa innecesariamente por este tipo de cosas. Clave en ésto será encontrar la paciencia para que corra el tiempo, manejar con criterio la ventaja que se posee y sobrecargar de responsabilidades al rival.

A Gallardo le brota astucia. Le sale por los poros todas las maneras de hacer daño con la pelota en poder de su equipo. Dos cuestiones claves, que se darán en la zona de promesas, el mediocampo. Repite con Ponzio, sin dudas a alguien que pasó de la oscuridad a la más absoluta claridad. Y no hablo sólo de marca. El santafesino es el ritmo de juego de hoy en River. Todos juegan a partir de él. Seguramente su misión sea tapar la salida de Gago como punto de partida para Boca. Y la aparición de Mayada por izquierda tiene la lógica del cambio que producirá Arruabarrena de reemplazar a Marín por Peruzzi. El ex Vélez tiene buena marca pero especialmente posee un buen criterio ofensivo. Con el uruguayo enfrente verá limitada esas posibilidades.

Todo por verse. Un partido de fútbol. Muchas cosas en juego. Pero sobre todas las cosas, un efecto social y cultural imposible de medir en escalas. Sólo resta el pitazo inicial.


por Matías Prado
Ex Clarín Deportes

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