La historia marcó siempre la antítesis de lo que ocurrió ayer en el Monumental. El que raspaba, Boca; el que se vestía de galera y bastón, River. La necesidad de revancha y de borrar lo malo del domingo siendo la mecha para un partido con mucho olor a pólvora. Y así fue.
Porque Boca proponía un equipo de tenencia, con Gago, Pérez y Lodeiro. Y tal como lo analizamos en esta columna, había una intención con Ponzio de ser elemento de corte constante. Desde él y desde Kranevitter, Boca vio pasar la pelota. Los de Arruabarrena, más allá de intentar siempre atacar como suele ser la idea madre, se veían sometidos y obligados a esperar una contra que no aparecía debido a la exigente presión alta de los defensores de River con Maidana como líder.
Así aparecieron en el primer tiempo las ocasiones de un River voraz. Con Teo volviendo por un rato a esos lapsos de generación de peligro en el área rival, con Driussi desplegando su velocidad ante un endeble Marín y Mora moviéndose constantemente por ambas bandas. Todo dentro de un marco de fricción y dureza.
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El gol más importante de la carrera de Sánchez, según el jugador |
Hasta que llegó el penal. Dudoso, pero cobrado en fin. El Pity Martínez ganando una espalda frágil como la de Marín, y Burdisso a una estancia para cooperar con la marca. Marín obstaculizando y Delfino marcando el penal para que Sánchez anote cuando el partido se moría, como hace cuatro días atrás pero a la inversa.
A Boca no le quedaron muchas opciones más. Lógicamente salió a buscar lo que por peso y volumen dentro de los 90 minutos no mereció. Y River supo bancarse esa embestida. Con ese traje de overol que quizás el mundo del fútbol no esté acostumbrado a que sea utilizado por los de la banda roja, pero en ciertas ocasiones es productivo. Y éste lo fue, entendido y englobado también dentro del concepto de la actitud. La consigna será medir la intensidad de ese trabajo en el barro para no sufrir consecuencias a futuro. Varios jugadores en estos términos caminaron por el borde entre permanecer en el encuentro o perderse la revancha. Y en estos tiempos River no puede darse el lujo de perder nivel en esta situación de escasez.
Fin del segundo capítulo.
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