Mora, el jugador clave para clasificar a octavos |
Se puede hablar de pocas o muchas cosas con respecto al encuentro disputado en el Monumental, de lo duro que fue para los once de Gallardo llegar en el primer tiempo. Que navegaba una vez más en un toque intrascendente. Que el travesaño al inicio parecía contarle a Mora que el fantasma del partido con Juan Aurich parecía volver a renacer. Que Kranevitter, salvo un principio errático y nervioso, vuelve a ser de a poco ese jugador que nos deslumbraba en su versión 2014. Pero quienes estuvieron en la cancha, o quienes estuvieron sentados en su casa, mirando la tele e incluso algunos alternando la tele con la radio, quizás se les hayan escapado miles de detalles de lo que concierne a lo que pasa cuando la pelota comienza a rodar. Embriagados de nervios, tensión, hasta incluso contagiada por los mismos jugadores de River adentro de la cancha. Y es lógico que así haya sido, acaso qué vale más que la clasificación en todo ésto. Son las emociones que van hacia arriba o hacia abajo. Hoy los tiempos son de alivios y festejos, lo otro puede esperar hasta una próxima vez.
Porque vaya a saber uno hace cuánto que no se vivía una historia así para River fútbol. De River institución hay miles como éstas, y peores también. Y así como todo se enmarca en la relación causa-consecuencia, el equipo de Gallardo sabe cuál es el origen de todo ésto. De haber tirado el último manotazo y salvarse del abismo. Acaso la pregunta que lleva como título este artículo, dándole otro enfoque, sí tenga intentos de respuestas. A modo de consejo, de mejorar. Es el momento del golpe de timón, desde los nombres hasta aceitar esa idea tan defendida por el entrenador de un equipo corto, dominante, dinámico y voraz. Esa idea parte desde la confianza, y River necesita confiar en recuperar ese rendimiento con las premisas antes señaladas.
Ésto es lo que importa como cuestión propia. Después resta sólo jugar.
Ex Clarín Deportes
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