lunes, 25 de agosto de 2014

Renacer (Godoy Cruz 0 vs River Plate 4)

Volver del exilio. Rodrigo Mora estaba ubicado en un satélite desconocido hasta seis meses atrás. En el olvido del hincha de River. Hoy su actualidad se visualiza en modo contraopuesto. Nada de chusmerío aquí, sólo cuestiones futbolísticas.

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Mora marca un gol
Todo tiene su contexto. Arribado en 2012, el argentino nacionalizado uruguayo entró rápido en el bolsillo del hincha de River por sendos goles a Boca: tres en partidos amistosos de verano y uno por el torneo local, en el empate 2 a 2 en el Monumental. Hasta que en un momento se empezaron a alterar las cosas. La finalización del préstamo con el Benfica y su vuelta, tras el reiterado pedido de Ramón Díaz, no dieron sus frutos. Falto de estado y de ritmo futbolístico, su bajón fue relegándolo primero al bando de suplentes y después a no estar ni siquiera entre los concentrados. Harto de no ser tenido en cuenta por el entrenador del momento, hizo las valijas y se fue seis meses a jugar a la Universidad Católica (sí, por si no estabas enterado, Mora estuvo un tiempo fuera de River). Pero tampoco en Chile daba con la tecla. Hizo un golazo por la Copa Libertadores ante Guaraní de Paraguay, en lo que fuera su única conquista en su paso por el país trasandino.

Un día Ramón Díaz pegó el portazo para decir adiós luego de haber salido campeón del torneo Clausura 2014, cansado del destrato de toda la dirigencia. Pero para Mora significó una puerta giratoria. El Pelado salió, Gallardo entró, y con él vinieron las esperanzas de una nueva oportunidad. Y el delantero captó enseguida eso. Porque contra Rosario Central supo ponerse el traje de Robin para que Teo fuera Batman. Haciendo el trabajo sucio, arrastrando marcas y siendo el primer defensor. Y contra Godoy Cruz fueron 60 minutos los que estuvo en cancha los cuales supo aprovechar todos, también con el aliciente de un partido resuelto a los 15 del primer tiempo con el parcial de 0-3. Inteligente, supo ser desequilibrante a las espaldas de los laterales volantes Lucas Ceballos y José Luis Fernández, obligando a Cosaro y a Jerez Silva a salir lejos de la cueva para que allí el resto de sus compañeros hicieran de lo suyo. También colaboró en lo defensivo, presionando en los intentos de salir por abajo del Tomba con el factor de una cancha que no estaba en un muy buen estado. Y por último, lo que todo delantero busca y busca, ese gol que no se le daba luego de 207 días (el que hizo con el conjunto chileno) y 463 en River (2-2 con Unión de Santa Fe). El centro milimétrico de Pisculichi y una defensa de terror en zona de Godoy Cruz le dejó servido el gol a Mora que sólo tuvo que empujarla con su cabeza.

Suele decirse que las comparaciones son odiosas. Para no caer en eso, llamemos a lo que viene ciertas coincidencias. El mejor jugador del mundo es Lionel Messi. A Messi le dicen la Pulga. Messi convirtió dos goles en su vuelta a la competencia oficial con el Barcelona ante el Elche. Messi necesita renacer anímicamente después del mazazo que significara la derrota en la final del mundial de Brasil. Mora también está en eso de volver a ser ese jugador determinante que supimos conocer. Adivinen cuál es su apodo...


Matías Prado
Ex Clarín Deportes

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