River Plate enfrentó a All Boys en la noche de ayer y lo superó por la mínima diferencia. Un River discreto y sin ideas, pudo conseguir los tres puntos en el Monumental, luego de capitalizar un centro y un rebote fortuito en los pies de Carbonero. Se ganó y es importante, pero no pida más. River fue un equipo voluntarista y en ocasiones ni eso, sin ideas, sin rotación, sin sorpresa, sin juego asociado, y con la suerte de haber embocado la que tuvo.
Para graficar lo que fue el partido vale ponderar que los dos mejores jugadores del plantel millonario fueron los habitualmente criticados Jonathan Bottinelli y Gabriel Mercado. El primero jugó un partido correcto y fue seguro en los quites y las entregas, el segundo repitió el partido aceptable que jugó con Liga de Loja, participativo, corriendo la raya de sur a norte y llevando peligro al área contraria -fue sustituido en el complemento por Ponzio.
Rojas ratificó su intrascendencia, su lentitud y su característica tibieza. Lanzini no pesó en el partido, lejos de su nivel habitual, esta vez no condujo al equipo. No obstante, es obligatorio mencionar que toda pelota que pasa por él tiene la verticalidad que no tiene con ningún otro jugador de River. Habrá que cuidarlo para lo que se viene, su merma futbolística puede obedecer también al cansancio de los partidos que comienzan a acumularse. Lo de Teo es más difícil de explicar, uno cree que juega muy lejos del arco, quizás lo haga por la dificultad que tiene de recibir pelotas limpias, pero lo cierto es que cuando le llegan -en contadas ocasiones- queda muchas veces fuera de juego y cuando se encuentra frente al arco no concreta las chances netas de gol. Es un jugador de personalidad que se esfuerza en colaborar con la producción del equipo pero que da la sensación de no encontrar su lugar en el campo. Andrada no tuvo un buen partido, enmarañado y sin encontrar los recursos para vencer la resistencia del rival, su trabajo no trascendió. Los ingresados Ponzio, Simeone y Ferreyra no marcaron la diferencia.
River sigue siendo una incógnita, no se sabe a qué juega, tampoco se tiene claro cuál es el patrón que quiere imponer Ramón Díaz. Lo cierto es que mientras sume puntos, las críticas van a ser disimuladas por la ilusión. Pero la ilusión es un espejismo porque no existe, es un oasis deseado en medio de un desierto, Y River hoy, está más cerca de la arena que del agua.
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