| Brito Presidente, las dos caras de su gestión |
Se acaba de confirmar que River no jugará la Copa Libertadores 2025 y con este hito se cierra el ciclo de Jorge Brito como Presidente del club. Es hora del balance de su presidencia.
Cuando asumió Brito, alguien con trato habitual no dejaba de mencionar que en River se cerraba el tiempo de los CEOs en el poder. Empezaba el de un dueño y conllevaría a una impronta en una gestión muy diferente a la de Rodolfo D'Onofrio, quien dejaba un club que recién hacía un mes recibía público.
El mayor legado de Jorge Pablo Brito en el club será, sin dudas, la remodelación del estadio, donde se cobraban abonos que no correspondían con las instalaciones y, mucho menos, con asientos que muchas veces eran simples pedazos de madera donde había que hacer equilibrio.
En ese sentido, D'Onofrio inició la reforma modernizando el campo de juego, aprovechando la ausencia de público por la pandemia. En este cambió, bajó unos metros el campo de juego, lo que permitió que puedan continuarse las tribunas bajas. Además Rodolfo dejó todos los estudios y proyectos preparados para que su sucesor implemente la remodelación. Como dijimos en el balance de sus primeros seis meses, el estadio iba a ser la obsesión del joven presidente y Brito logró su objetivo: transformó al Monumental en un estadio que no tiene nada que envidiar a los del primer mundo y es el candidato ideal a ser sede del Mundial 2030.
En segundo lugar, pero no menos importante para el futuro de la institución, se ubica la obtención y construcción del Predio Cantilo, un espacio vital para las inferiores del club, el verdadero motor de la economía del club. Mientras D'Onofrio pudo transformar el predio de Ezeiza en el "River Camp", Brito hizo lo propio con las inferiores que entrenarán en un sitio de privilegio a nivel Latinoamérica.
Siguiendo con los aspectos institucionales, en su gestión se modernizó el Estatuto del Club, que tenía más de 20 años. Ahí apareció la primer sorpresa, que sería premonitoria. A contramano de las prácticas habituales en el fútbol argentino, Brito impulsó la prohibición de la reelección presidencial. Pero tampoco careció de polémicas, como la extensión de un mandato más para los vocales, frustrando toda aspiración de renovación de la Comisión Directiva.
Para cerrar lo positivo, vale mencionar tres aspectos positivos de su gestión tan importantes como las anteriores. Jorge Brito fue un verdadero multiplicador de ingresos del club. Ya desde su gestión como Vicepresidente al llegar en 2013 pero, sobre todo, con el naming del estadio y negociaciones que llegaban de la mano de su poder fuera del club. Recibió un club con déficit y entregó uno con 200 millones de dólares de facturación y un estadio renovado. "Tener un presidente empresario es una ventaja enorme en lo económico", comenta siempre alguien que camina los pasillos del primer piso desde hace décadas. Y, por si esto no fuese poco, luego de que la pandemia elimine los ingresos de ticketing, Brito recibió un club apenas equilibrado y logró cuatro años consecutivos del mayor superávit de la historia.
Al mismo tiempo, fortaleció dos aspectos no menores. La profesionalización de la gestión, con un Gerente General de su riñón corporativo en el que confió ciegamente el management del club. Y, dato no menor, la aceptación de las críticas periodísticas a su gestión, algo poco común cuando se habla de un presidente.
Como no cualquiera suma sin restar, la cara negativa de la gestión es la gran sombra de su gestión. Al no ser un futbolero de alma, postergó lo más preciado para los hinchas: el fútbol profesional. No lo hizo en términos económicos, ya que la inversión fue fuerte, sino que sucedió por dos motivos.
En primer lugar, delegó todo en los dirigentes a cargo del fútbol así como en Francescoli, el manager -y empleado del club-. Pero lo más grave del caso fue que esta delegación se transformó en descontrol. Millones de dólares en refuerzos sin control, doble mercado de pases con la llegada de Gallardo, quien se tornó en el CEO del fútbol. La imagen de un club al que le sobraba la plata generó que los equipos y representantes se aprovechaban de River. Basta mencionar que para traer a Barco, le exigieron incorporar también a González Pírez. Y el club aceptó.
Esto se coronó con contratos altísimos que terminaron anulando el hambre de gloria local. Para qué arriesgar el físico que podría frustar una posibilidad de jugar el Mundial o una transferencia en el torneo local contra Riestra, por mencionar un caso, si el torneo otorga 500 mil dólares a repartir entre Cuerpo Técnico y el plantel? Los incentivos terminaron invertidos para muchos jugadores. La liviandad con que se tomaban algunos partidos llamaba la atención. Y el ciclo terminó con la peor racha de local de la historia, perdiendo con Boca y quedándose fuera de la Libertadores. Debacle total.
Y esta debacle futbolística tiene su correlato en lo económico. A la amplia diferencia de premios entre la Libertadores y la Sudamericana se suma que River tendrá muy pocas chances de clasificar por puntos al Mundial de Clubes 2029 que repartirá a cada participante cerca de 20 millones de dólares. El golpe a la economía del club es sideral.
La política interna también se le fue de las manos. Una regla de la política dice que cuando no existe un enemigo suficientemente amenazante, el grupo gobernante tiende a concentrar sus ansias de poder y conflicto hacia el interior. El mandato de Brito fue un reflejo de esta regla. Se distanció de su antecesor y hubo una verdadera guerra fría por su sucesión, entre Stefano Di Carlo y Matías Patanian, saldada en favor del primero mientras el presidente se mostraba prescindente. Esta tensión provocó momentos de bajeza total, como la publicación del celular del Vicepresidente, y terminó impactando en el rendimiento del equipo en el segundo torneo de Martín Demichelis, a quien se lo emparentaba con Patanian para limar sus aspiraciones.
En este repaso, no se puede pasar por alto que la remodelación del Monumental carecía por completo de los colores del club y sólo incorporaron un poco de blanco y rojo por fuertes las críticas. Esta secuencia terminó, incluso, en una manifestación pública del mismo Gallardo en contra de tapar el escudo para albergar la final de la Libertadores.
Por último, se dice que en economía hay dos máximas, que los recursos son escasos y las personas reaccionan a incentivos. River pasó de aprobar en la Asamblea un presupuesto de 40 millones de dólares para la renovación del estadio a gastar 200 millones sin control hasta fracasar en el lanzamiento de un estacionamiento sin demanda. El fútbol terminó financiando las obras que prometieron ser autosustentables. El "estadiocentrismo" se pasó varias paradas y se chocó con la realidad. River no es una constructora, es un club de fútbol. Cuando los resultados no se dan, el hincha dice basta.
Se cierra el ciclo de un presidente cuyo legado tiene dos caras opuestas. En términos de infraestructura, Brito es, sin dudas, uno de los presidentes más importantes de la historia del club. Sin embargo, la debacle futbolística ensombrece su gestión, algo que no sería tan grave si no hubiese sido en el mejor momento económico de su historia y con el clásico rival afuera de la Libertadores durante medio mandato. Simplemente, imperdonable.
Y deja para su sucesor el "Riesgo Cemento": Sin una oposición a la altura, el oficialismo puede autofagocitarse 12 años de éxitos y crecimiento en 4 por insistir en obras que ya nadie pide por aclamación y descuidar el fútbol que todos reclaman, donde deja latente un estallido cuyo detonante depende de que la caprichosa no se encariñe con el rival de toda la vida.
Ya le pasó a Aguilar.
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