Nada se le parece a lo sucedido ante San Lorenzo. Con los respetos justos del caso, el Ciclón no es igual a Gimnasia, Rosario Central, Godoy Cruz y Defensa y Justicia. Mayor jerarquía, jugadores desequilibrantes y complementarios, y muchos adjetivos más. A partir de ahí, a planificar un punto de partida distinto.
Y eso fue lo que hizo Gallardo. Una nueva virtud, saber acomodar sus ideas para plasmarla de manera inteligente de acuerdo al rival. Porque San Lorenzo tiene, por ejemplo, argumentos de posesión de la pelota, con Mercier y Ortigoza. Entonces la presión tan intensa y expuesta podía ser perjudicial, ya que un quite y pase entre líneas de ellos era sinónimo de peligro. El gol de Matos lo refleja. Bastaron breves minutos para repasar el libreto, golazo de Pisculichi y empate y recomenzar. Ahí tomó más valor aún el trabajo del ex Argentinos, primera clave de un partido distinto, debido a que su lucha con ellos era el inicio de una presión escalonada y lo importante es que siempre apoyado por los delanteros y en sincro con Rojas o Sánchez. Eso liberaba más a Kranevitter, que en vez de adelantar al equipo se resguardó más previendo el peligro que trae la ofensiva del equipo.
Teo Festeja su gol (ph: River Plate) |
Liberar a los laterales es una tentación en este River. Pero con el Ciclón había que tomar recaudos con los tándem Buffarini-Villalba y Mas-Veron. Entonces se programó atacar de a uno. El objetivo era no perder en defensa y ser minoría. Por eso no gravitaron tanto arriba y a cambio rasparon lo necesario para no dejar hacer ese juego de explosión que San Lorenzo realiza partido tras partido.
El sentido de las estrategias. Pensar qué hacer de manera anticipada para sacarle ventaja a otro. Gallardo era un habitué de ésto. Él sabe que hay un conjunto de once contrario tratando de contrarrestar el movimiento de los suyos. Hemos sido testigos de un nuevo track del repertorio: qué hacer cuando el rival también juega.
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