La tiene River Plate. Se encuentra contra un ejército vestido de azul con la franja roja. Va, choca. Derriba un ladrillo. Crea una situación, exigiendo en mayor o menor medida a Javier García. O va, y choca contra el cinco del futuro a nivel nacional como es Joaquín Arzura, que solo se encargó de devorarse al medio de los de Nuñez. Saca García. La tiene Tigre. La tiene poco, juega a especular. La pierde enseguida. River la recupera. La tiene River. Se encuentra contra un ejército...
Así fue el desempeño de River durante los 90 minutos en Victoria. Quedó a un abismo de lo producido el último domingo ante San Lorenzo en el Monumental. Está claro, tuvo un equipo enfrente que pelea por el descenso, que viene de perder y que necesitaba no arriesgarse más de lo debido. Por eso los de Alegre tuvieron un grupo compacto en su campo para después explotar una contra que casi nunca prosperó.
No querer cambiar durante el transcurso del juego cuando algo sale mal es necedad. Chocar contra el muro casi siempre duele, porque no te deja otra alternativa más que la resignación. Algo pudo haber cambiado en el primer tiempo pero, paradójicamente, hasta un jugador de River formó parte de ese muro impidiendo un gol de Lanzini que estaba casi hecho. Saca García. La tiene Tigre. La tiene poco...
por Matías Prado
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