sábado, 17 de noviembre de 2007

Una fábula

Termina el partido con Arsenal. Una persona muy importante baja de su palco de la tribuna Belgrano, circula por el pasillo interno, entra al vestuario. Luego de algunas charlas se sienta con otro señor muy importante.

J.A.: ¿Renuncías, no?
D.P.: Quiero redoblar la apuesta. Compramos al por mayor y gano la copa.
J.A.: ¿Estás en pedo, no?
D.P.: No. Entendeme. Acabo de perder por el césped. Vos sabés que si no venía soda a independiente le ganábamos, a Arsenal lo pasábamos por encima y hoy estás ahi de ganar todo.
J.A.: Che, M, este pibe está loco. No quiere renunciar.
D.P.: J, escuchame. Tengo el mejor plantel del fútbol argentino. Vos lo sabés.
J.A.: Y, con lo que gasté ¿vos crees que no me acuerdo?
D.P.: Bueno, ¿seguimos entonces? Vos salís a decir que me respaldás. Que institucionalmente River no rompe contratos y usas esa verborragia que te caracteriza y zafamos.
J.A.: Vos querés que me maten, ¿no? Acá vos renuncias, seguis hasta el final del campeonato, te morfás todas las puteadas. La gente se descarga con vos y yo puedo tirar hasta el final del mandato.
D.P.: Pará, soy tu amigo, tu socio, pero boludo no. Yo renuncio hoy.
J.A.: No, hoy no por favor. Sino van a pedir mi renuncia también. Ya tuve que cercar el club para que la popular no llegue al hall y tengo 400 socios de la San Martín ahi abajo pidiendo mi renuncia.
D.P.: Ok. Yo renuncio mañana pero vos te callás para siempre y no me echás la culpa, sino hablo.
J.A.: Hagamos eso, pero en Ezeiza. No quiero que haya ningún socio que grite pidiendo mi renuncia y que se escuche por los micrófonos. Despedite de los jugadores. En unos meses tomamos un café.
Se abrazan y despiden.

NOTA DEL AUTOR: El relato es una fábula, cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad.

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