lunes, 6 de julio de 2020

El momento más bajo de la gestión D'Onofrio

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Rodolfo D'Onofrio (Foto: STC)
Los analistas políticos dicen que existen tres gobiernos: el de la agenda, el de las emociones y el de los tiempos.

Al asumir, Rodolfo D'Onofrio tuvo un mandato muy claro: ganar títulos y revertir la economía del club. En sus primeros cien días, se encargó de tomar las decisiones antipáticas para el electorado, sabiendo que era inimputable. Apareció el abono antiestatutario que hizo mucho ruido en la agenda pero rápidamente Ramón le regaló un campeonato mientras Brito y Ballotta saneaban la economía.

Cuando ni él lo esperaba, D'Onofrio empezaba a transitar el estado ideal de cualquier dirigente de fútbol: el gobierno de las emociones. Los títulos internacionales, tan ansiados por los hinchas, llegaron junto a cinco años imponiéndose ante el eterno rival.

El gobierno de las emociones fue el que hizo que la oposición no pueda introducir ni un tema en agenda. D'Onofrio hasta tenía todo listo para hacer un nuevo estadio. La oposición estaba tan mareada que no sabía si apoyar u oponerse. Solo se limitaron a discutir el lugar. El gran legado solo se detuvo por el derrumbe económico del macrismo.

Cuando llegó el gobierno de los tiempos electorales, D'Onofrio demostró que era imbatible. Hacia dentro de la coalición de gobierno, rompiendo el pacto electoral de rotación de candidatos. Hacia afuera, borrando del mapa a la oposición obteniendo casi cinco veces la cantidad de votos que el segundo.

Si algo faltaba, el triunfo sobre Boca en Madrid lo colocó en un lugar de privilegio en la historia del club y lo catapultó a otro sitio anhelado por todo político: ser quien elija a su sucesor.

Pero llegó el tiempo de la Pandemia para quitarle por completo el control al oriundo de Ramos Mejía. Si bien al inicio, D'Onofrio utilizó su gran capital político para imponer el cese del fútbol sin ninguna secuela, la pandemia lo barrió del gobierno de la agenda.

Un evento que parecía ser momentáneo, se transformó en permanente y le quitó de un plumazo su mayor capital político: el fútbol. Por primera vez en sus dos mandatos, la economía y la relación con el socio pasaron a primer plano. Y no en el mejor momento.

River estaba tan necesitado económicamente que había intentado cobrar un nuevo abono para asistir a los partidos de la Copa de la Superliga. La compra de lugares fue tan baja que la dirigencia los tuvo que dar de baja. El socio dijo "basta" y expuso a la Tesorería. Primer golpe al mentón en 6 años, justo antes de la cuarentena.

El Coronavirus le regaló a la oposición el primer consenso en la Era D'Onofrio: hay que ser tolerantes con los socios morosos. Y construyeron desde ahí. Si bien las propuestas que hicieron desfinanciaban al club, varios dirigentes oficialistas llegaron a creer que había que implementarlas. Todo un síntoma de que la tropa está dispersa (estarán pensando en las elecciones del año que viene?).

Nadie duda que será uno de los presidentes más ganadores de la historia pero la pandemia lo dejó sin fútbol, con un gran interrogante en lo económico y los socios en el límite de su paciencia. Tan inesperado como repentino, D'Onofrio hoy pasa por el momento más bajo de su gestión.

Todos saben lo que le dio al club antes de la pandemia, lo que ni él mismo sabe es qué club tendremos después.

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