Hoy es una de esas noches que soñás. Solo que exactamente al revés.
Si, como aquella tarde de diluvio en el Monumental donde nos estábamos ahogando. Abajo uno a cero. Ponés a Pezzella faltando minutos para terminar el partido. Qué? Pezzella? Este tipo está loco. No, este tipo tenía un plan. Pezzella de 9. Nadie lo marca, nadie lo espera. Uno a uno. Delirio total.
O cuando todo estaba perdido y solo un milagro nos hacía seguir en la Libertadores. Calculadora en mano. Cuántos goles? Cómo tiene que salir el otro partido? Nos cargaban por adelantado. Nos daban por muertos. Sucedió lo imposible.
Hoy con las pulsaciones por las nubes no podíamos creer los cambios. Una "despedida" en medio de un superclásico? Me estás jodiendo Muñe? Muy lindo despedir así a D'Alessandro, pero era el mejor en la cancha, el que desequilibraba. Qué te vamos a explicar a vos. Estaba fundido y lo sabías.
El plan no salió como esperabas. Ni para vos, ni para ninguno de nosotros. Pasan las horas y es difícil. Si, es verdad. Pero no menos verdad es que absolutamente todos los hinchas esperaban llegar a jugar la final que vos nos regalás para terminar el año.
Hay dos momentos que jamás olvidará ningún hincha de River. La corrida de Calleri y el penal de Gigliotti. No los recordamos, pero no los olvidamos. En ambos momentos nos vimos perdidos. Igual que hoy. Nos invadía la angustia. Igual que hoy. Nos daban por muertos. Igual que hoy.
Entonces no sabíamos lo que había por delante. Hoy si. Noventa minutos nos separan de la Libertadores, el objetivo del semestre. El anhelo de todos.
El equipo hace ya rato que no juega a lo que todos queremos. Pero acá estamos con una fe ciega. Basta. No hay nada que analizar. No hay nada que especular. Estamos, nuevamente, en tus manos.
Muñe, confiamos en vos.
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