River Plate llegaba a este partido al igual que su rival, golpeado por la eliminación en la Copa Sudamericana. Ambos tenían que demostrar que a pesar de no jugar por nada, había que ganar. Y ambos defraudaron.
Poco nos interesa el presente institucional y deportivo de Velez pero sí el nuestro. En un equipo del que sólo se puede rescatar a Barovero y algún destello de otro jugador en algún partido, River volvió a demostrar que no produce nada. Nada de nada.
En defensa se cierra y logra que los rivales, como Velez, no puedan marcar. Sin embargo, estos partidos River demuestra que esa capacidad de recuperación no tiene un correlato con la generación de juego. Porque es River un equipo que perdió completamente la salida rápida que tenía con Vangioni o Mercado o la distribución de pelota que tenía Ponzio. En el Amalfitani se vió eso mismo, un River que no genera juego.
Ni hablar de la mitad para adelante. River llegó al punto de inicio: no sabemos quién es "el diez". Fabbro? Lanzini? Ninguno? Tampoco sabemos quién es el nueve, porque Teo se retrasa a pesar que Ramón le pida que juegue en el área. Hasta Cavenaghi en la semana dijo que sería el nueve que necesita el colombiano. En el partido tampoco se crearon grandes situaciones, esas que nos deleitaban por Fútbol de Primera a la vuelta de la cancha comiendo en familia.
River se fue de Liniers como llegó, sin nada. Tampoco dejó nada, nada de juego, nada de goles, nada de nada. Ocho partidos sin ganar, cientos de minutos sin marcar en el campeonato local. River no juega a nada.
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