River Plate volvió a empatar de local. El equipo no responde más que en las declaraciones. Si escuchamos a los protagonistas durante la semana somos el Barcelona pero el día del partido somos un equipo pálido, sin respuestas y falto de ideas.
Los jugadores parece que se olvidan lo que declaran o que declaran lo que no saben hacer porque en la cancha realmente no se aprecia nada de lo que dicen. Si el rival se para ordenado y lo espera, se le hace una laguna mental y futbolística. Somos un equipo que llega sin peligro y, cuando lo logra, los delanteros no saben que la pelota, ese balón blanco, tiene que entrar entre los tres palos.
Almeyda agarró un fierro caliente, de eso no hay dudas. Lo devolvió a River al lugar de donde nunca debería haber dejado de estar pero hoy su ciclo está terminado. Es un Director Técnico muy querido y apoyado por los jugadores fuera de la cancha.
Dentro de la cancha, esos jugadores que hablan muy bien de Almeyda como persona, no lo entienden como Técnico. Lleva más de un año como DT y aún estamos esperando un estilo de juego. En sus inicios dependíamos de un Cavenaghi o Dominguez para destrabar un partido. Cuando a éstos se le acabó la nafta, llegó Trezeguet para darle el empujón final al equipo y volver.
En primera las cosas no son iguales. Los equipos no tienen la necesidad de arriesgar para ganarle a River y quedar en la historia. A diferencia de lo que pasaba antes, los equipos esperan a River porque saben que el equipo de Almeyda tiene más falencias que virtudes y ahí radica la oportunidad. Mientras tanto, nosotros seguimos esperando un jugador que destrabe el partido (en el último tiempo Mora) y lo podamos mantener, algo que no sucede tan a menudo.
Algunos dicen que Almeyda no encontró el equipo, que no repite formación desde hace mucho tiempo. Técnicos que han sabido ganar muchos títulos no repetían el equipo porque tenían un grupo que entendía la idea de juego. Con Almeyda sucede exactamente lo contrario. Los jugadores saben que hoy son titulares pero puede que ni concentren para el próximo partido. La única idea clara que queda después de cada partido es que no hay idea de juego. Matías cambia de esquema como de delanteros y los jugadores por lo bajo cuentan que no entienden a qué se juega. Él mismo dice que "River no juega mal". El problema es que no juega bien, y eso hay que entenderlo.
Almeyda es uno de los referentes que tuvo River en los últimos tiempos. Un gran jugador que puso todo su prestigio en juego volviendo a jugar y, luego, calzándose el traje de DT en el peor momento. Nos devolvió al lugar donde la historia obliga estar y, como hinchas, nunca dejaremos de estar agradecidos.
Pero hoy es momento que dé un paso al costado. De local, River ganó la misma cantidad de partidos que perdió. Y la camiseta obliga a más, a tener un DT con experiencia, prestigio y una idea de juego acorde a nuestra historia. Es momento de cambiar para comenzar a formar un equipo competitivo de cara al torneo final. Dicen que Passarella ya se reunió con el sucesor de Almeyda aunque aún no trascendió su nombre. Esperemos que Matías entienda que esto sucede porque él no encuentra el rumbo.
Almeyda debería dar un paso al costado pero entrar al Monumental al partido siguiente para que todos nosotros, desde las tribunas, lo ovacionemos y lo aplaudamos en reconocimiento a todo lo que hizo por el club. Por respeto, por cariño y por todo lo que dio por esta camiseta.
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