Como primera medida, a esta línea de tres un jugador como Carbonero no le es útil. El colombiano no siente hacer toda la banda, y mucho menos la marca. De hecho Carrizo, a pesar de haber tenido un discreto partido, lo complicó en varias ocasiones. También queda descompensado a la hora de cubrir los espacios, lo que obliga al stopper a dejar su zona desordenando la primera línea defensiva.
Un segundo punto tiene que ver con esa línea de tres. Falta de sincronización en los movimientos a la hora de la marca lo llevaron a quedar en línea a la hora del gol de Luna, permitiendo vulnerar muy fácil el fuera de juego y con el agregado de Vangioni mirándole el número de la camiseta al ex jugador Millonario. Ese error se encadena con otro aún mayor en esta defensa de River, que es la falta absoluta de una voz de mando. Esa voz que ordene los desacoples, que diga cuándo avanzar, cuándo retroceder, cuándo revolearla y cuándo se puede salir jugando por abajo.
Es cierto que cambió un sistema táctico a como se venía jugando el torneo pasado, y que eso lleva su tiempo para que engrane. Pero un torneo corto tampoco te da tantas chances para que intentes, porque enseguida podés quedar afuera de todo. Por eso la tarea para Ramón será ponerle el suficiente énfasis al trabajo defensivo, cambiando nombres o volviendo a sistemas más cerrados, que le permitan al equipo sentirse plenamente defendidos y no jugar a la ruleta rusa.
por Matías Prado
Ex periodista de Clarín
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